24.1.06

NUESTRA VISION Y NUESTRO COMPROMISO

PROYECTO DE SOLIDARIDAD Y AYUDA SOCIAL
PREÁMBULO

La misión de la Iglesia es ser parábola del Reino de Dios, procurando la justicia y la paz, el amor y la concordia, el respeto y la afirmación de la dignidad humana para todas las personas. Como vehículo de la Gracia Divina para toda la humanidad y comunidad del Espíritu de Vida, la Iglesia adora y consagra su lealtad a Dios, comunica un mensaje de esperanza y nueva vida en Cristo, defiende al oprimido y al necesitado, denuncia los atropellos, tiranías y abusos, se solidariza con quien sufre y le acompaña en su dolor y luchas, vive la experiencia de la misericordia y del perdón transformador, intercede en plegaria y acción por las causas justas, es gestora de proyectos de cambio y transformación social, celebra las distintas experiencias y transiciones en la vida humana y comunitaria, y vive el sacramento de la unidad e igualdad humana en Cristo. Esto es, se une al ministerio divino de reconciliar al ser humano consigo mismo, con su prójimo, con su medio ambiente, con su comunidad y con Dios.

RESOLUCIÓN

Porque Dios está presente y activo en la historia humana, le corresponde a la Iglesia encontrarse con Dios en todas las circunstancias de vida y condiciones sociales para ser instrumento, vocero y aliada de ese proyecto de todos los tiempos de la Redención. La Misión San Mateo Apóstol y Evangelista de la Iglesia Episcopal Puertorriqueña, a través de su Vicario y Junta de la Misión toma la firme resolución de:


1. aceptar la llamada y convocatoria divina al servicio a la comunidad peñolana donde le ha tocado ministrar;

2. entender y afirmar que es parte de su identidad y vocación el ser parábola del Reino y mostrar la misericordia, el amor, la solidaridad y el respeto que Jesús el Cristo, el Verbo Encarnado, manifestó en su ministerio entre nosotros y nosotras;

3. promover la inclusión en su feligresía de todas las personas—libre de prejuicios, estereotipos y etiquetas—afirmando así la Imagen de Dios en el ser humano;

4. incorporar en su programación actividades de confraternidad comunitaria, catequesis y formación litúrgica y espiritual, oportunidades de crecimiento personal y de bienestar integral, y experiencias de servicio comunitario voluntario; y

5. establecer un fondo de solidaridad y proyecto permanente de ayuda a la comunidad, por medio de donativos a personas o familias que estén sufriendo alguna situación de enfermedad, crisis financiera u otra adversidad.